Máquina sofisticada
Con las mejores piezas para armar el reloj ideal…
La Asociación Deportivo Cali es el único club de fútbol que existe en nuestro país, cosa que de entrada es un orgullo para sus hinchas. Sus instalaciones deportivas están dentro de las mejores del rentado nacional y se enorgullece de tener una productiva fábrica de jugadores de fútbol de altísimo nivel.
Los dineros que circulan dentro de la institución son, por tradición, producto del trabajo honesto de sus directivos, por esto, con la frente en alto, han salido al mercado a negociar jugadores y directores técnicos.
Gracias a la historia y al manejo que se le ha dado a nuestro club, el Cali ha formado y contratado jugadores de primerísimo nivel (las piezas), dignos de admiración por otras instituciones que deseosas de suerte similar, ven con celo nuestras nóminas y afrontan con grandeza sus encuentros con nuestro equipo.
Pero las piezas no funcionan solas, aunque son las mejores necesitan un relojero que ponga a cada una en su lugar para que la maquinaria funcione correctamente.
Un buen relojero…
Nuestra actual Junta Directiva se estrena con la premisa de conseguir un técnico que se identifique con el estilo lírico de juego de fútbol que por tradición ha acompañado al Deportivo Cali. Aquel juego que enamoró la retina de los exigentes críticos y seguidores del buen fútbol, que fueron engrosando las filas de hinchas del equipo amado.
Con esta premisa se contrata al profesor Omar Raúl Labruna, que dio pinceladas de fútbol ofensivo y renovó las maltratadas ilusiones de muchos hinchas que vimos en él, el regreso del buen fútbol y el relojero que se necesitaba para poner en orden las piezas que terminarían por ser ese relojito bien armado y con su maquinaria bien engranada.
El equipo empezó dando tumbos y cerró el debut del Profesor Labruna con un rotundo fracaso. Era la primera vez desde la implantación del mediocre nuevo sistema de clasificación a la final, que no se clasifica a los cuadrangulares, dejando a los hinchas del buen fútbol entreteniéndose con las ligas europeas y argentinas.
El reloj funciona a veces bien, pero es difícil saber si la hora que da es la exacta,
como que a veces se retrasa…
como que a veces se retrasa…
Empezamos con renovadas esperanzas el torneo Mustang I – 2007, con piezas de élite para terminar de armar nuestro relojito y nos encontramos con una disyuntiva. El Cali gana pero no convence. Desconfiábamos de la hora que daba el reloj, pero cuando lo corroborábamos nos damos cuenta que daba la hora exacta (léase resultados en la tabla de posiciones), sin embargo, no nos dimos cuenta que se nos retrasó el reloj y se nos hizo tarde para cambiar las piezas que empezaron a fundirse por el mal uso, aquellas que empezaron a deteriorarse por el pleno ejercicio de sus funciones, pero que nuestro relojero pensó que aguantaría más trajín, talvez justificando la calidad de los materiales con que estaban construidos y pensando también en que las que había para cambio no darían la talla para el engranaje de nuestra preciada máquina.
Terminamos la Mustang I con un nuevo fracaso, con un amargo sabor, pero con las maltratadas esperanzas a la espera de que nuestro respaldado relojero encontrara la fórmula para ensamblar aquello que resultó de difícil comprensión.
No era un reloj de arena…
El Cali no es un reloj de arena, y necesitamos un técnico que esté a la altura de esta prodigiosa maquinaria. Pero el relojero no encontró los planos ideales, y en muchas ocasiones dispuso mal las piezas de esta maravillosa máquina, ocasionando un mal funcionamiento y el posible desgaste de sus engranes y componentes, ocasionando averías muy difíciles de reparar y poniendo en riesgo la supervivencia del artilugio. Sin embargo, sin ser consiente de su error, apostó por su fórmula mostrando cada vez mas fisuras en una maquinaria que de buena fe pusieron en sus manos, porque se creyó que era el relojero adecuado para tan honrosa tarea.
Partiendo de la buena fe, debemos considerar al relojero como un trabajador honesto pero limitado, sin la suficiente sabiduría y conocimientos para la labor que se le encomendó. Simplemente no pudo. Pero por encima de él, está nuestra preciada máquina con todas sus valiosas piezas, a la que debemos cuidar y proteger, porque la queremos ver trabajando como lo que es: La pieza más preciada de todo el FPC.
-----
Les quiero enviar un saludo muy respetuoso a todos los integrantes del blog, pero en especial a aquellos valiosos escuderos que se convirtieron en el estandarte de la defensa del equipo y su técnico o del técnico y su equipo (en realidad no sé). Mi invitación va dirigida a que pensemos que el apoyo irrestricto se puede convertir en alcahuetería y justificación al fracaso.
En este espacio está calcado el amor de padre por hijo y el amor de abuelo por nieto. El primero rígido y exigente, el otro sobre protector y consentidor. Sin embargo ambos convencidos de que el amor que cada uno profesa es el adecuado y necesario para sacar adelante a su ser querido.
Todos acá queremos lo mismo para el Deportivo Cali. Verlo convertido en el equipo más grande y ganador del país, de respeto a nivel latinoamericano y que infunda miedo en el rentado local. Pero tenemos ideas diferentes de cómo alcanzar esa meta, entonces creemos en que hay que seguir caminos diferentes, pero con la convicción de que nos van a conducir a donde queremos.
El camino que cada uno crea conveniente no es menos respetable que el del otro. Pero recordemos que hay quienes en su buen criterio eligen el que consideran el más adecuado.
Temas
1. ¿Cuál es el perfil de técnico que puede poner las piezas en orden?
2. ¿Cuál es el límite entre apoyo total y alcahuetería?
3. ¿El Cali en la actualidad infunde miedo en sus rivales?
Jornando
Etiquetas: deportivo cali, editorial, omar labruna
<< a Obelisco