¿Por qué no miramos hacia Brasil?

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El Cali es un equipo que se ha identificado históricamente con el fútbol argentino y peruano, especialmente con el primero. En esta época de equilibrio económico el Superdépor se ha inclinado nuevamente por la escuela argentina: el manager de las inferiores es Abel Dagraca, argentino exjugador del equipo, y el director técnico titular es Omar Labruna, ex-asistente técnico del River Plate campeón de los noventas. Este año que va pasando tuvimos 2 refuerzos extranjeros de ese país, los señores Asencio y Ferreyra. El gran fracaso del último semestre ha causado una "argentinofobia" manifiesta en el hincha verdiblanco, con algún grado de justificación por el motivo ya mencionado.



El temor que han suscitado los últimos refuerzos se traduce en un alto grado de desconfianza del criterio futbolístico de la Junta Directiva y de las personas que han nombrado en los cargos deportivos. Hemos cuestionado el por qué de la exploración de un mercado que desde hace un largo tiempo está inflado más allá de toda proporción. Sin embargo, se nos olvida que Don
Álex Gorayeb tenía sus mejores contactos en el fútbol argentino, los
mismos que su hijo, Karim Gorayeb, está consultando para las nuevas
contrataciones del verdiblanco. La razón no es del todo satisfactoria.



Argentina, exceptuando sus actuaciones en juveniles, ha dejado de figurar progresivamente en torneos internacionales de peso desde el ocaso de Diego Armando Maradona. Los títulos de Boca Juniors en la Copa Libertadores e Intercontinental de Clubes fueron un oasis en el desierto futbolístico que ronda esa nación. River Plate, otro de los grandes, no ha mostrado su exquisito fútbol en los estadios del continente y viene dando tumbos desde hace unos 5 años. El lugar que dejaron los equipos argentinos lo ha venido tomando los brasileros.

En las últimas dos ediciones de la Copa Libertadores los campeones fueron Sao Paulo e Internacional de Puerto Alegre. Recordemos que la final de 2006 fué completamente brasilera. Los dos equipos campeones de Sudamérica viajaron a Japón y levantaron el trofeo de mejores clubes del mundo frente a nuestros difíciles y encopetados rivales europeos. Liverpool y Barcelona tuvieron que sufrir un fútbol brasilero muy diferente al que los hizo famosos.



Paolo Rossi, verdugo de la verde-amarela en el mundial del 1982, les enseñó algo que nunca se les va a olvidar: la técnica no puede estar por encima de la táctica. Este aprendizaje tardó en calar el pesamiento brasilero, y fué sólo hasta el mundial de Estados Unidos, donde, con un planteamiento bastante estratégico, vencieron con claridad a casi todos los rivales que enfrentaron.



Es entendible que el colombiano actual se incline más por el fútbol argentino que por el brasilero. Primero, no se entiende un carajo de lo que dicen los narradores brasileros. Segundo, nadie entiende cómo se juega su campeonato. Tercero, los argentinos tienen saturado todos los medios con su fútbol. Lo venden bien. Pero entrando en el campo enteramente futbolístico y abandonando el comercial, es claro que el jugador brasilero tiene una fundamentación excepcional. Tanto, que van un paso más adelante de los demás y en selecciones juveniles no se ve sólo la fundamentación sino la técnica. Por eso, la economía brasilera tiene como recurso la exportación de jugadores al exterior. La calidad de sus canteranos es muy buena. Tienen como plus, y esto se lo deben agradecer a Rossi, que se han aprendido a adaptar a la táctica estricta de los europeos. Vemos la gran habilidad con la que Gilberto Silva del Arsenal o Emerson (en sus viejos tiempos) se desplazan por el campo de juego. Además los técnicos en Brasil se han empezado a destacar como buenos estrategas: Scholari, Autuori, Luxemburgo y el maestro Zagallo son personas reconocidas en el mundo por su amplio conocimiento del juego. Por último, y esto siempre me ha llamado la atención es que en Brasil los jugadores se preocupan por el balón. Tienen la capacidad para presionar y quitar la pelota sin falta.



Los argentinos, por el contrario, muestran más huevos que técnica en cada partido. No puedo negar que la final del Apertura 2006 fué emocionante. Pero se destacó más por la pata dura y la entrega, que por el fútbol. Ese tipo de espectáculo le cae bien a otro tipo de hinchas, como los de Santa Fé por decir alguna cosa, pero no al aficionado azucarero. Los argentinos en la actualidad tampoco se destacan por tener jugadores finos en el quite, y si no fuera por Messi, el mediocampo argentino no tendría ningún nombre con talento ofensivo. El jugador argentino también se ha adaptado al fútbol europeo, llegan allá y sin mucho tiempo de pretemporada se tornan en piezas necesarias del andamiaje de cualquier equipo. (Razón por la cual nos sorprendió lo que pasó con Asencio y Ferreyra en el Glorioso.) La rapidez de su juego y su espíritu de lucha son de gran valor en ligas como la italiana y la inglesa.



Sin demeritar el fútbol gaucho y su historia en nuestro equipo, creo que es conveniente que el Deportivo Cali empiece a mirar hacia Brasil. Enviar a los técnicos de inferiores para que tomen seminarios y cursos, mejoraría considerablemente la enseñanza del fútbol de los jóvenes valores en formación. Los pentacampeones mundiales vienen imponiendo condiciones, y en un mundo globalizado estamos en la obligación de explorar los conocimientos deportivos que nos den ventaja sobre nuestros rivales. Los recientes resultados internacionales así lo dicen.



Temas:



¿Fútbol(ista) argentino o brasilero?

¿Debe el Cali buscar la influencia brasilera para las inferiores, o sólo con lo regional/nacional y el aporte gaucho es suficiente?



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